Durante la gestación, el nacimiento y el puerperio la mujer necesita especialmente apoyo emocional. El apoyo de la pareja, del entorno social y de los profesionales de la salud durante la gestación y el nacimiento influye de manera favorable en el postparto, favoreciendo que la mujer se sienta más sostenida emocionalmente, lo que finalmente repercute de manera positiva en el desarrollo del apego y una vivencia positiva de la maternidad.
La llegada de un nuevo miembro a la familia implica una reacomodación de todos los integrantes del sistema familiar, lo que puede implicar altos niveles de estrés si no se cuenta con una red de apoyo, como lo pueden ser abuelos, tíos, amistades y comunidad.
El apoyo y contención emocional permite que la mujer disfrute de una mejor autoestima y se sienta más segura de sus capacidades de maternar, contribuyendo al establecimiento de un vínculo afectivo saludable con su guagua, una lactancia exitosa y una vivencia positiva de la crianza y la maternidad.
Cuando los padres, madres y cuidadores se sienten bien consigo mismos, y seguros con su forma de llevar adelante la crianza de sus hijos(as), estarán en mejores condiciones para atender sus necesidades, generando una sensibilidad parental que posibilite un mejor cuidado. Si nos sentimos cuidados y emocionalmente satisfechos, podremos ofrecer mejores cuidados para nuestras hijas e hijos.
Por esta razón, primeramente, es fundamental realizar el ejercicio reflexivo sobre las expectativas respecto a la maternidad, dejando de lado el estereotipo de la superwoman que debe hacer todo y a la perfección, imagen alimentada por la idealización de la maternidad, que solo llena de culpas e invisibiliza la posibilidad de pedir ayuda.
En este punto además, es absolutamente necesario comprender que la crianza no es asunto de mujeres, si no que implica un acto compartido en el que ambos miembros participan de igual a igual (papá y mamá pueden cambiar pañales, bañar a la guagua, alimentarle). Como vemos, los cuidados del cuidador (a) pasan por cambios culturales que implican una responsabilidad de la sociedad en su conjunto para facilitar la crianza, desde políticas públicas amigables con la crianza, espacios laborales bien tratantes hasta la intimidad del núcleo familiar, con sus creencias y significados construidos en torno a la crianza.
En concreto, ¿cómo cuidamos o autocuidamos? Proponemos algunas sugerencias: