El juego espontáneo, que surge naturalmente como expresión del mundo interno del niño y la niña, es la ocupación más importante que tienen los seres humanos durante sus primeros siete años. Diversos y diversas especialistas en primera infancia convergen en la importancia del juego para el sano desarrollo infantil, argumentando que durante el juego, el niño y la niña entran en un estado de placer, de bien estar y de concentración, que les permite poner en práctica tanto sus habilidades motrices como cognitivas, emocionales, sociales y lingüísticas.
Para los niños/as no hay distinción entre jugar y aprender. Al jugar, desarrollan las habilidades para moverse, recordar y aprender a relacionarse con otros.
Cuando juegan, prueban diferentes técnicas para averiguar cuál les resulta mejor.
El juego es el modo más significativo a través del cual los niños y niñas aprenden las tareas más importantes a esta edad, tales como jugar con otros niños/as, interactuar con otros adultos y aprender sobre sí mismos como seres sociales.
El juego imaginativo ocupa un papel central en el desarrollo del lenguaje y se abre al mundo de la fantasía y del juego pretendido, como por ejemplo, tratar una muñeca como a una guagua. De esta manera, las ideas, el comportamiento y las relaciones pueden ser exploradas y jugadas simbólicamente.
A través del juego también se va imitando el mundo que lo rodea y desarrollando el pensamiento abstracto. Es muy bueno entregarle al niño/a elementos que le permitan simular sus imaginaciones y jugar a tener roles (por ejemplo, jugar a la oficina).
Es importante motivar a que los niños/as jueguen con otros niños/as de su misma edad. Un niño/a pequeño/a (de menos de dos años) va a jugar en paralelo con su par, aparentemente sin siquiera mirarse; pero es a partir de los dos años cuando comienza a disfrutar jugando con el otro y a aprender de él.
Es probable que el juego termine en una pelea o problema, especialmente de parte de quién es el dueño del juguete, así como es también probable que el niño o niña demore un poco en aprender a compartir, pero es justamente a través de esta experiencia que se lo podemos enseñar.
La prisa y aceleración con que estamos viviendo el día a día afecta sin duda a los/as niños/as. Desde la cuna los contagiamos con el virus de la prisa. Hace 50 años atrás los estímulos que recibían los/as niños/as eran principalmente de su entorno inmediato: la familia, amigos y las pocas horas que podían pasar frente a la televisión o la radio. Hoy cualquier niño/a ha recibido muchísima más información que cualquiera de sus generaciones pasadas. Múltiples sonidos, imágenes y estímulos dirigidos a todos los sentidos que si los empezamos a nombrar no terminaríamos nunca Con tal solo de tratar de enumerarlos terminamos agotados. Es cosa de ver los estantes de nuestros supermercados. Un volumen de información que sin duda es muy difícil de manejar.
Vuelta al ocio y tiempo libre.
El aburrimiento es necesario para desplegar desarrollar nuestra imaginación y creatividad. Los/as niños/as necesitan tiempo, lentitud para descubrir lo que son y no lo que queremos que sean. Esto significa no forzar, aceptar los tiempos de nuestros/as hijos/as y descubrir las experiencias de aprendizaje y de goce de las cosas sencillas. Aprender a disfrutar de la naturaleza y los vínculos. Un uso del tiempo más humano y más sencillo.
No despojemos a nuestros hijos/as del tiempo necesario para el juego libre, para llevar a cabo actividades no estructuradas y controladas por normas rígidas…. ya vendrán muchos años en la etapa escolar caracterizado por reglas y estructuras. Que enriquecedor es la posibilidad de explorar, crear las propias normas del juego y también la posibilidad de equivocarse. El aburrimiento incita la creatividad y a auto motivarnos.
Niños y niñas no necesitan millones de juguetes, con perritos de ropa y pedazos de tela se pueden hacer maravillas. El juego libre es sin duda el tiempo más productivo… y por último, tomémonos el tiempo para hacer una cosa lo mejor más que lo más rápido posible.
Estimular el juego libre y sin prejuicios favorece el desarrollo de tu hijo(a). Elegir libremente diferentes tipos de actividades y juguetes es parte de un desarrollo normal.
Lamentablemente, a veces los adultos interferimos en este proceso, por nuestros propios prejuicios, temores o mitos. ¿Cuáles son los mitos más frecuentes?
El dibujo es una actividad espontánea muy importante de fomentar. Los niños/as pueden dibujar desde muy temprana edad y comienzan haciéndolo como una experiencia de exploración y creación. Al comienzo, los niños/as parecen sólo hacer rayas y garabatos, pero con la edad, estas expresiones gráficas van siendo cada vez más reconocibles.
Podemos reconocer 3 etapas en el desarrollo del dibujo infantil:
Entre los 3 y 4 años, los niños/as suelen dibujar el denominado “renacuajo” o cefalópodo, que es una figura en la que se esbozan cabeza y patas ¡Es posible que le ponga nombre a sus obras una vez finalizadas!
Entre los 5 y 6 años los dibujos se asemejan más a la realidad y en las figuras humanas se comienzan a incluir tronco y extremidades.
Entre los 7 y 8 años la figura humana representada suele incluir detalles como manos y pies.
Pintar es otra actividad relacionada que resulta muy estimulante para los niños/as. Se disfruta y aprende mucho coloreando y también conlleva beneficios en términos de la motricidad fina, la confianza en sí mismo, la expresividad de emociones y sentimientos, creatividad, entre otros.
Te invitamos a dibujar con tu niño/a o si prefieren, impriman el dibujo que más les guste en “Actividades para compartir juntos” y ¡a pintar! Verás que puede ser una entretenida y sana forma de compartir un momento agradable, a la vez que desarrollan sus destrezas artísticas.
Algunas ideas…
Pueden trabajar con materiales distintos: colorear con lápices de mina, témperas, lápices de cera, rellenar con papelitos de color picado o aplastando plasticinas de color. Después de dibujar, pueden conversar juntos acerca de cuál es su personaje favorito, qué están haciendo los personajes en el dibujo, o por qué escogen un color u otro.
La música se define primeramente como vía de comunicación, expresión y crecimiento humano.
No sólo se trata de cantar y tocar instrumentos. Se trata de ser sensible a los sonidos, se trata de decir cosas a través de sonidos, se trata de escuchar sonidos que nunca antes se habían oído.
La música fue en sus orígenes un hecho mágico y trascendente para la vida de la sociedad, potenciado por el hecho de que todas las personas tienen la capacidad de percibir, sentir y expresar la música
La música juega un rol importante en la vida de niños y niñas:
La música estimula el movimiento, ritmo, lenguaje y coordinación
El canto y la música en general, ayuda a todos a divertirse y ofrece una placentera y provechosa experiencia de aprendizaje. Alimenta la imaginación y la creatividad de tu hijo o hija. La música es una buena forma de hacer las actividades cotidianas más divertidas y placenteras. Inventar canciones nuevas con tu hijo o hija es una manera perfecta de estimular su creatividad.
De 18 a 36 meses, los niños y niñas:
-Inventan canciones por sí solos y junto con otros y les encanta.
-A menudo se cantan a sí mismos para reconfortarse. Puedes oírlos cantar una canción de cuna, por ejemplo, después que le has dado el besito de las buenas noches. Esa es su manera de mantenerte a su lado.
-Piden que les canten las canciones favoritas una y otra vez, de la misma manera que piden que les lean sus libros favoritos muchas veces.
-Desarrollan habilidades de memoria a través de la música, como cuando aprenden a repetir palabras de una canción.
-Les encanta bailar con otros niños, lo que refuerza tanto el movimiento como la socialización.
-Bailan con muñecos y animales de peluche, imitando la relación que tienen con quien los está criando.
– Inventan canciones para acompañar sus actividades.
-Asocian rápidamente canciones específicas con actividades e imágenes específicas (Por ejemplo, cantando “Buenos días su señoría, mandandirun-dirundán” cuando levantas a tu hijo o hija en la mañana). Esta habilidad significa que los niños están dando un gran salto en su aprendizaje: ahora entienden mejor cómo se conectan las cosas y pueden hacer la música ellos mismos para lidiar con ciertas situaciones más complejas (que se vayan los padres al trabajo, que la abuela salga a comprar, quedarse dormidos sin compañía, etc.).
-Para muchos, la vida es una función musical. Pueden convertir cualquier cosa en una canción.
-Pueden juntarse con otros niños y niñas en juegos libres con instrumentos para formar una especie de banda. Esto es una señal de desarrollo de importantes habilidades sociales en la medida que trabajan juntos y construyen amistades.
-Pueden experimentar inventando sus propias canciones y conectándolas a canciones que ya han aprendido (“caballito blanco, vamos a bailar”).
A los niños y niñas les encanta la música, bailar, cantar, aplaudir y otras actividades rítmicas. Disfrutar juntos de la música es una forma maravillosa de relacionarte con tu hijo o hija, quién además aprenderá nuevas palabras, ideas y movimientos.